Aún hoy es difícil demostrar que las conductas, las aptitudes o las habilidades puedan ser hereditarias. Más bien se puede considerar que se puede heredar un cerebro con una determinada estructura de redes neuronales o con una sinapsis estructurada de tal forma que predisponen o capacitan a la posesión de una habilidad o conducta. Ante un estímulo determinado el cerebro responde de la misma forma que lo hacían sus antecesores.
La Sociobiología, ramificación de biología y sociología, investiga las bases biológicas de las conductas sociales de los animales, como la cooperación, la agresión, la territorialidad, los sistemas sociales y la elección de pareja. Si la Selección Natural darwiniana acepta que existen pautas de comportamiento hereditarias que posibilitan que algunos organismos tengan grandes probabilidades de éxito reproductivo o de supervivencia de sus individuos, muchos biólogos aceptan hoy que estas pautas de comportamiento presentes en especies animales, podrían también estar presentes y jugar un papel central en las sociedades humanas, y es precisamente aquí donde se genera la controversia de que la teoría sociobiológica desarrollada para el mundo animal sea valida para el universo de la sociedad humana.
Los críticos afirman que la sociobiología aplicada a la humanidad es inválida en tanto en cuanto los atributos no estén expuestos a presiones selectivas, o que los alelos son tan variables que preestablecer genes ventajosos sería imposible. Para que una postura sociológica se sostenga en el caso humano, debe demostrarse el proceso evolutivo de la selección en tanto genes heredados. Los investigadores detrás de esta postura argumentan que creatividad, extroversión y agresividad humana son entre 45% y 75% características genéticas. La inteligencia sería 80% genética. Los métodos, que tienden a involucrar gemelos, han sido criticados en varios niveles y se han abandonado. Argumentan que el comportamiento criminal es adaptativo. Aunque estos estudios son muy controvertidos y están en investigación todavía.
La Sociobiología en su versión fuerte se basa en la idea que comportamientos animales (sociales e individuales) son hereditarios y se ven afectados por la Selección Natural. Asume por tanto que los comportamientos en sí evolucionan de la misma manera que las características físicas. Los animales se comportan de forma que les han valido para la supervivencia, lo cual se traduce en la formación de procesos sociales complejos que conducen a la adecuación evolutiva.
Sin embargo, no podemos olvidar que estamos tratando sociedades prehumanas, la evolución del animal al hombre. Si hoy se aceptan como válidos los argumentos de la sociobiología para los animales, también se deben de aceptar para los primeros homínidos sin características humanas aun, porque es una ciencia atemporal.
Los etólogos explican al hombre y sus comportamientos mediante la reducción a términos zoológicos y etológicos y explican la agresión humana en los mismos términos en que se da cuenta de la agresión animal. El Etologismo parte del supuesto que el hombre ha evolucionado como carnívoro y cazador, lo que determinó tanto algunas importantes características anatómicas como otras genuinamente psicológicas y sociales: tal es el caso de la agresión, la territorialidad, la desconfianza ante los extraños, etc.
Los defensores de esta teoría innatista o también llamada biológica mantienen que a lo largo de su proceso evolutivo el hombre se fue constituyendo en una especie agresiva y territorial, con una agresividad innata y por tanto universal.
Por el contrario, desde la postura ambientalista de la agresión no se niega la importancia de las potencialidades genéticas –que no predisposición– que el hombre pueda tener para la conducta agresiva, pero no se admite que se pueda explicar el comportamiento humano agresivo en términos biológicos, sino culturales, ambientales y de aprendizaje. Es el ambiente, las circunstancias sociales y culturales en las que se mueve el hombre, lo que origina la agresión humana. Cabe verla como encaminada a la satisfacción de una serie de necesidades radicadas en las condiciones materiales de vida (M. Harris). Puede tratarse del nacimiento, y consiguiente defensa, de la propiedad privada en el neolítico, con la domesticación de animales y plantas (Richard E. Leakey). Acaso su causa se encuentre en unas circunstancias ambientales hostiles, de extremada pobreza e infelicidad (los criminólogos J.M. Lucas y Berkowitz). Consecuencia de un mal aprendizaje (Skinner). Aprendida por imitación (Bandura). De hecho se citan a menudo a pueblos "pacíficos": Los bosquimanos del Kalahari, los esquimales, los pigmeos…, que destruyen el principio de universalidad de la agresividad humana. No existe, según ellos, mecanismo biológico alguno que determine la conducta agresiva, su explicación vendrá en las condiciones ambientales, sociales y culturales que nosotros mismos nos hemos dado, y, en consecuencia, somos los únicos responsables de ella.
Uno de los máximos exponentes de la teoría ambientalista, Richard E. Leakey en "La formación de la Humanidad" (1981) dice que la naturaleza del hombre es más compleja de lo que suele suponerse: no somos “monos asesinos” pero tampoco innatamente pacíficos. Para Leakey la Selección Natural nos ha equipado con una flexibilidad para el comportamiento que es completamente desconocida en el mundo de los animales. Somos seres muy sociables y, si no hubiera otros individuos con los que interactuar, no seríamos humanos. Durante varios millones de años, nuestros antepasados llevaron un tipo de vida, la caza y la recolección, que exigía un grado de cooperación no desarrollado por otros primates. Tan erróneo sería decir que los hombres son cooperativos de manera innata como decir que somos innatamente agresivos. De manera innata no somos nada dice Leakey. Los seres humanos son animales culturales, y cada uno de nosotros es consecuencia de su propio contexto cultural particular. Y termina Leakey profetizando que quienes creen que el hombre posee una agresividad innata están proporcionando una excusa conveniente para la violencia y la guerra organizada.
Como vemos ambas teorías adolecen de definiciones claras y precisas de lo que hay que entender por "agresión". La posición ambientalista utiliza el término "agresión" en un sentido muy restringido que sirve de apoyo a la tesis según la cual no es un comportamiento innato ni universal, y al contrario, la posición innatista utiliza el concepto de forma tan amplia y difusa que, en la práctica, casi cualquier comportamiento puede ser tildado de "agresivo". Las investigaciones etológicas demuestran que la conducta agresiva presenta una enorme distribución por todo el reino animal y no hay motivo para suponer a priori que el hombre tenga que ser la excepción a la regla, sobre todo cuando la agresión se encuentra, aunque en intensidad y formas variables, en las diversas culturas.
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