jueves, 25 de septiembre de 2014

El contrato sexual y el arte: los modelos sociales

¿Cómo vivirían nuestros ancestros del Paleolítico? Según el paleontólogo Roger Lewin, existen tres formas en las que los primates modernos pueden ser utilizados como modelos de las vidas sociales de los homínidos extintos.
El primero y más antiguo, el modelo de primate específico, que identifica una especie extinta con una viviente que parezca coincidir de forma importante en características básicas. Como el propuesto babuino de sabana –género Papio– que, aunque lejano genéticamente de los homínidos, viven en bandas de unos 200 individuos, constituidas por hembras a menudo emparentadas entre sí, sus crías y machos no emparentados, que practican la poligamia.
El segundo modelo se centra más en la filogénia, y busca rasgos comunes conductuales entre los simios africanos más cercanos filogenéticamente y los homínidos. Se ha propuesto al chimpancé, nuestro “primo” más cercano, pero hay que tener en cuenta lo que el antropólogo americano Richard Potts denomina trampa del presente: “El problema de situar los homínidos primitivos en un continuo chimpancé-humano es que evita la consideración de adaptaciones únicas en el continuo”. Por ejemplo, según Potts la dentición del tipo de los primitivos homínidos australopitecos –con grandes molares de coronas provistas de gruesas protuberancias, dispuestas en robustas mandíbulas– no coincide ni con los actuales chimpancés ni con los humanos, por lo que Potts concluye que en lo relativo a la anatomía dental, los australopitecos no encajan en el continuo propuesto. Pudo ser que tanto los chimpancés como los humanos divergimos evolutivamente de un ancestro común con una estructura dental distinta a ambas especies.
Quizás la más moderna y prometedora sea el tercer modelo, que parte de la ecología conductual para la reconstrucción de organización social. Para Robert Foley, de la Universidad de Cambridge, haciendo una aséptica aplicación del principio del actualismo, nuestros ancestros, es decir, los australopitecos y parántropos, tendrían territorios más amplios que los chimpancés, ya que los bosques estarían más aclarados y las fuentes de aprovisionamiento estarían más dispersas y serían menos copiosas, por lo que tendrían que mantener las alianzas entre machos emparentados, tanto para la defensa de los recursos frente a otras coaliciones de machos, como frente a los depredadores, más peligrosos al disminuir la cubierta vegetal. Dentro de estos grandes territorios se formarían unidades sociales menores, ya que la dispersión de recursos no permitiría que los miembros estuvieran siempre juntos, sino buscando alimentos en pequeños grupos. Así, el sistema social sería de fusión, con reunión de gran parte del grupo en torno a una copiosa fuente de alimento, para hacer grandes desplazamientos por terreno abierto, y de fisión con división del grupo en unidades menores para alimentarse durante el día. Para Juan Luís Arsuaga, la fisión la protagonizaría cada macho con sus hembras y crías comunes, como unidades familiares comparables a las de los actuales papiones hamadrias y geladas, y ocasionalmente se reunirían con otras pequeñas unidades familiares emparentadas formando grandes grupos, para alimentarse, viajar o dormir.
Actualmente existen diversos tipos de sociedades humanas, dependiendo de la cultura que tratemos. Así, en la civilización occidental encontramos la monogamia y la poligamia seriada (matrimonios y divorcios sucesivos), en otras la poliginia o una mezcla de todo. Y mientras más nos retrotraemos en el tiempo, más incertidumbre encontramos con respecto a la forma de definir éstas relaciones, por mucho que podamos intuir que siempre se tiende a la complejidad social.
Sin embargo, si solo pretendemos comprobar la eficacia en la representación de la realidad de estos modelos, tendríamos que compararlos, no ya con las diversas y complejas civilizaciones contemporáneas, sino más bien con las culturas no productoras de alimentos, más simples, de las que todas las sociedades actuales derivan, y a las que estos modelos pretenden representar. Aunque hay que advertir del riesgo en la utilización de los cazadores modernos como referentes para interpretar el pasado, ya que son poblaciones que residen en ecosistemas marginales, que no son los del pasado, y están insertos en un sistema de relación constante con poblaciones productoras, de los que obtienen recursos alimenticios y materiales, que condicionan y determinan de manera significativa sus formas de vida. Igualmente, todos ellos tienen una tecnología avanzada, en su mayor parte sólo encuadrable en un período cultural adscrito a la edad del Hierro, que les aleja de ser poblaciones remanentes de una edad de la Piedra. Pero si bien los cazadores modernos no se consideran sociedades prístinas que muestren un modo de vida que pertenece al pasado, a falta de un mejor referente, la comparación es la mejor que podemos encontrar.
Y lo que parece claro es que, en las diferentes sociedades humanas cazadoras y recolectoras no desaparecidas, no es corriente la poligamia. Según Arsuaga, la poligamia, o más concretamente la poliginia, (un hombre con varias mujeres), “solo es concebible en sociedades sedentarias, con una economía de producción del alimento, sean pastoriles o agrícolas. Y ese tipo de economía sólo existe desde hace unos diez mil años, cuando empieza el Neolítico. Entre los pueblos que han conservado una economía de caza y de recolección hasta nuestros días no se han conocido sociedades que se acomoden al patrón de ninguna de las especies de primates, sean las de los gorilas, papiones o chimpancés, sino que más bien mostraban el tipo de organización que reconocemos como específicamente humano”.
Por tanto, hasta la propuesta de Foley parece incompleta, al no plantear soluciones de continuidad entre el modelo animal y el humano. Si ecológicamente los primeros homínidos formaban sociedades patrilocales de machos emparentados, en grupos de fisión-fusión, ¿cómo es posible que hoy no tengamos un modelo siquiera parecido? ¿Cuál es el eslabón perdido desde el punto de vista social?

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